Durante cien años de historia petrolera, los niveles de producción de crudo, en Venezuela, han dependido de extraños y foráneos intereses.
Luego de la Primera Guerra Mundial, la producción se incrementó hasta alcanzar, en 1929, los 395 MBD. Durante la Segunda Guerra Mundial la producción se llevó a 640 MBD para suministrar a los Aliados, hasta que los nazis atacaron las costas venezolanas, en 1942, volviendo otra vez a los niveles de 1929.
En 1943, se promulgó la Ley de Hidrocarburos y las compañías extranjeras concesionarias se acogieron a ella a cambio de una extensión por 40 años de sus concesiones petroleras. A partir de ese momento, incrementaron abruptamente la producción, pasando de unos 500 MBD en 1943, al máximo histórico de 3754 MBD en 1970. Durante este periodo, la producción, y por lo tanto el ingreso fiscal, se programó acorde a los intereses de los dueños de las concesionarias, quienes estaban apegados a las directrices del Departamento de Estado.
A mediados de 1971, se aprobó la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión, quedando totalmente identificados los activos de la industria petrolera que pasarían a ser propiedad de la nación al finalizar las concesiones. Entonces, hicieron caer la producción, hasta llevarla a 1681 MBD, en 1985. Esta caída solo tuvo dos reveses, uno en 1973 y otro en 1979, cuando Venezuela ayudaba a EEUU, a enfrentar las crisis energéticas derivadas del embargo árabe y la Revolución Iraní.
Una vez implementadas las medidas del FMI, en 1989, la producción comienza a crecer. En pleno proceso de “Apertura Petrolera”, la producción llegó, en 1998, a 3447 MBD. Comenzó la Revolución Bolivariana y en 1999 la producción cayó a 3095 MBD. Comienza el sabotaje petrolero. En el año 2002, se fondearon los buques; sin salida de producción, se colmó la capacidad de almacenamiento forzando la paralización. El gobierno revolucionario superó este sabotaje y mantuvo buenos niveles de producción hasta el año 2015; aunque ya se tenían deficiencias de los crudos livianos requeridos por el sistema de refinación.
Con este breve recuento histórico, no es difícil entender que los viejos intereses transnacionales están detrás de la caída de la producción petrolera que sufre el país desde el año 2016. Por lo tanto, la recuperación de los niveles de producción no puede lograrse mediante la contratación de empresas extranjeras. Solo la clase trabajadora puede recuperar y transformar a la industria nacional de hidrocarburos: Solo se debe tener fe en ella.