Economistas a lo largo del tiempo se han dedicado a estudiar las desviaciones de la economía capitalista, algunas de ellas, como la especulación, usadas como armas de guerra
“Toda operación por medio de la cual una persona compra un producto para volver a venderlo, constituye de hecho un acto de especulación”, así explica Mac Culloch este fenómeno que ocurre en medio de una sociedad dominada por el capitalismo.
Una respuesta irónica de Carl Marx a John Ramsay McCulloch, alega que este “descubre que comprar para vender es especular, con lo cual cae por tierra la diferencia entre la especulación y el comercio.”
El término de especulación se maneja desde el siglo XIX y ha sido definido por numerosos economistas, incluido Nicholas Kaldor que reitera en la idea de la operación de compra-venta de un bien con la intención de la reventa (o recompra) en una fecha ulterior, esperanzado en la posible modificación del precio vigente y no por una ventaja ligada al uso del bien.
Para el economista Alfredo Serrano, “nadie puede dudar que hay comportamientos económicos especulativos que desean generar malestar a la población para luego obtener beneficios políticos”.
Con la teoría de la «zanahoria y el garrote» explicaría Sherman Kent que la guerra no siempre actúa de forma convencional. En su libro «Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana (1949), menciona las armas económicas como parte de una guerra, y tiene como fin «debilitar la voluntad y la capacidad de resistencia del enemigo y fortalecer la propia voluntad y capacidad para vencer».
Venezuela es escenario actual de una guerra económica denunciada por el Gobierno Bolivariano, liderado por el presidente Nicolás Maduro, sucesor del comandante Hugo Chávez. Ambos líderes han enfrentado la especulación y otras deformaciones económicas impulsadas por sectores detractores de sus políticas.
El actual mandatario venezolano ha tenido que «enfrentar todos los embates, en los que de una y otra forma, ha defendido a la clase trabajadora y a la familia venezolana de esta guerra económica, que se expresa en la escasez deliberada de alimentos y productos, concretamente, en el desabastecimiento programado, en la hiperinflación ‘provocada’, no ‘inducida ‘ como algunos genios la llaman para no atribuir culpas con nombre y apellido y en el caos en la burocracia del Estado», asevera el periodista Luis Pino.
La estrategia se repite
Los delitos de acaparamiento y especulación fueron también parte de la historia de la Unión Soviética tras la distribución de la tierra en pequeñas y medianas propiedades, que puso obstáculos en la transformación de la agricultura.
Para entonces, con la toma de las grandes propiedades por los campesinos, se dio un movimiento que se oponía a la reforma socialista en el campo con un boicot a las ciudades a través de la retención de productos y la especulación.
El desequilibrio en la economía no tardó; el sector agrícola estaba creciendo más rápido que la industria el sector fabril que comienza a vender sus productos a mayor precio.
«Ante la caída de precios de los productos agrícolas y el aumento de los precios de los bienes industriales, se produce una descompensación en contra del campesinado, el cual comenzó a retener su sobreproducción y a especular con un aumento de los precios por la aparente escasez», explica Julio Parra en su texto Principales problemas de la economía soviética y su incidencia en el final de la URSS.
Otros registros en la historia de grandes fenómenos especulativos destacan. En los mil días en que Salvador Allende intentó gobernar y transformar la nación, la especulación afectó el desarrollo de la nación.
En Chile entre 1970 y 1973 no disminuyó la producción, pero, de acuerdo con Hugo Fazio, vicepresidente del Banco Central de Chile de entonces, hubo especulación apoyada en la presión de la población por adquirir algunos bienes en medio del acaparamiento.
Telesur