Armando Carías
La infancia de Hugo Chávez, según sus propios relatos, escuchados miles de veces en sus múltiples intervenciones públicas y posteriormente recogidos en “Los Cuentos de El Arañero”; no sólo fue dura y precaria en lo económico, sino conflictiva y contradictoria en lo emocional y familiar.
Tal vez, esos severos años de su niñez, tuvieron mucho que ver en la conformación de su carácter, recio y amoroso a la vez: por un lado, las penurias del día a día del pequeño vendedor de arañas integrado desde sus primeros años al trabajo, asumiendo responsabilidades laborales y consciente de su aporte para el sustento hogareño, y por el otro, el saberse heredero de una historia que lo vinculaba con la leyenda de Maisanta, en el decir de su abuela, “un bandolero, un bicho malo que abandonó mujer e hijos para irse detrás de un tal Ezequiel Zamora”.
Y es sobre la base de esta premisa, intensamente dramática, sobre el conflicto de un niño de siete años que se debate entre la duda de atender la versión de su ser más querido, su “Mamá Rosa”, y darle fe a los cuentos que se tejen en las tertulias de las mujeres de la familia, o, por el contrario, hacerle caso a sus impulsos y a su intuición de muchachito travieso y preguntón -disposicionero-y seguir el camino trazado por “el último hombre a caballo”.
Es así como nace “Huguito”, la obra teatral que, tras dos años de investigación, reflexión y escritura, nos disponemos a llevar a escena en los próximos meses, con la participación de la Compañía Nacional de Teatro, el naciente grupo de teatro infantil de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Uneartes) y el Colectivo Artístico Comunicacional Comunicalle.
Ambientada en la Sabaneta de su infancia y poblada por los personajes que lo acompañaron en aquellos primeros años (sus amigos, su maestra, sus tíos, sus idilios y sus fantasmas(, “Huguito”, al igual que “Hugo Chávez, una biografía que es como un cuento”, texto que escribimos hace algún tiempo y que, ilustrado por Balbi Cañas, fuera publicado por el Minci; es una pincelada a las querencias de ese niño que talló en sus primeros años la rebeldía que, tiempo después, habría de alimentar su forja de libertad.
Los ensayos de la pieza deberán comenzar en breve y, siguiendo la linea cultivada por Comunicalle, será un montaje a cielo abierto, con olor a mastranto y a amanecer llanero, con rasgado de arpas y acompañamiento de cuatro, maraca y buche.
Así lo hubiera querido Chávez…¡ y así será!