José Gregorio Linares
¡Todo el Poder para los Soviets! Ésta fue la consigna que animó a los obreros, campesinos, marinos y soldados rusos a hacer la Revolución de Octubre de 1917. Fíjense bien que éstos no pedían todo el poder para un partido, para el Estado o para un líder. Coreaban: ¡Todo el Poder para los Soviets!
Esto significaba que, tras el derrumbamiento del zarismo y del gobierno de Kerensky que lo sustituyó, el Poder debía pasar directamente a manos del pueblo trabajador, que ejerciendo la democracia directa asumiría la conducción del Estado y la sociedad en general. Los soviets o “consejo de los delegados” se constituían así en voceros de las inquietudes y necesidades del pueblo. Surgieron por primera vez durante la Revolución de 1905 y renacieron nuevamente en 1917, los primeros días de rebelión, y de inmediato se convirtieron en la principal forma de organización del pueblo, en la principal vía para el ejercicio del Poder, en un nuevo tipo de Estado».
En sus memorias Nadia Kruskaya, la compañera de Lenin, recuerda que para este líder ruso los Soviets constituían la base de la Revolución. Escribió: “Vladimir Ilich reflexionaba constantemente acerca de las nuevas formas de gobierno. Meditaba en la manera de organizar un aparato estatal de tal índole que no tuviera nada de burocratismo, que supiera encontrar el apoyo de las masas, que supiera organizarlas para que le ayudasen en su labor, que supiera preparar en esa labor a funcionarios de un nuevo tipo”.
También John Reed, autor de Los diez días que estremecieron el Mundo (PDF), y testigo de los hechos afirma: “Existe actualmente en Moscú y en todas las ciudades y pueblos de Rusia una estructura política enormemente compleja, sostenida por la mayoría del pueblo y que funciona tan bien como ningún otro gobierno popular recién nacido ha funcionado jamás. El Estado Soviético está basado en los Soviets. Nunca antes se creó un cuerpo político más sensible y perceptivo a la voluntad popular”.
En el mismo sentido el historiador Isaac Deutscher asevera: “El soviet no tenía ningún título legal en el que apoyar su autoridad, sino que representaba la nueva legalidad dimanante de las fuerzas que habían hecho triunfar la revolución. Los soviets, por otra parte, no se apoyaban solamente en la clase obrera, sino en todos los trabajadores. Gracias a sus procedimientos de representación estaban en estrecho contacto con las masas y en una situación idónea para reaccionar de acuerdo con la temperatura de las mismas. Los miembros de cualquiera de los soviets salían mediante elección de la masa obrera de las fábricas y el sistema se aplicaba asimismo en todos los cuerpos militares. Pero los diputados no se elegían para un período determinado y él electorado podía repudiar a cualquier responsable elegido sí no estaba de acuerdo con su gestión y elegir a otro en su lugar”.
La respuesta de los grandes latifundistas (llamados Kulaks), los burgueses, el imperialismo y los gobiernos capitalistas extranjeros fue de oposición brutal al gobierno soviético: durante más de dos años y medio reductos del ejército zarista y sus aliados atacaron despiadadamente al poder popular organizado y desataron una salvaje guerra civil; simultáneamente las potencias extranjeras enviaban tropas invasoras que causaban el caos y la muerte, a la vez que promovían una artera campaña periodística e imponían un bloqueo económico y diplomático contra la Rusia Soviética.
No obstante todo eso, la influencia de la Revolución Rusa se extendió entre los pueblos del mundo, especialmente a través de la III Internacional creada por Lenin en 1919, y de los partidos comunistas locales que se multiplicaron a partir de entonces. En nuestro país, pocos años después del triunfo de la Revolución, es fundado el Partido Comunista de Venezuela. En su Primer Manifiesto (1931) declara: “En Rusia, el país más grande del mundo, y con una población cincuenta veces mayor que la de Venezuela y que estuvo sometida durante siglos a una tiranía tan sangrienta como la de Gómez, al régimen de los Zares, los obreros y campesinos hace ya trece años derrocaron este gobierno e implantaron el gobierno de su propia clase, el gobierno obrero y campesino llamado SOVIÉTICO”.
Ahora bien, mientras en Rusia el pueblo organizado en soviets ejerce el Poder directamente desde las bases, la Revolución Rusa se renueva y consolida. Luego, a medida que la autoridad de los soviets es coartada por la burocracia Estatal, la Revolución se va divorciando del pueblo. Con ello se socavan sus bases de sustentación y su vitalidad. Así, se dejó el camino abierto al enemigo, que actuó de mil maneras. De esta experiencia debemos aprender que “solo el pueblo salva al pueblo”. En consecuencia, la mejor conmemoración que podemos hacer de la Revolución de Octubre es ser fiel a su ideal originario, ¡Todo el poder para los soviets!, y propiciar ¡todo el poder para el pueblo organizado! Eso que nosotros llamamos el poder Obediencial: ¡Mandar Obedeciendo!