Por: Vladimir Adrianza Salas
El Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, ha hecho una muy importante denuncia en dos de sus alocuciones al país durante los días 19 y 20 de septiembre: «Han dado la orden de asesinar al presidente de Venezuela»; responsabilizando al Presidente de los EE.UU, Donald Trump, y al Presidente de la Asamblea Nacional de mayoría opositora de Venezuela y en desacato, Julio Borges, a quien envió este mensaje: «Te hago responsable, Julio Borges, de cualquier atentado que haya contra mi vida, sé lo que estoy diciendo».
Para mucha gente, las declaraciones del Presidente Maduro no pasan de ser simples expresiones tremendistas, motivadas por cualquier razón que les venga en gana atribuirle, o simplemente, es como diría cualquier persona del vulgo, «habladeras de paja». Desafortunadamente, esto no es así.
Asamblea Constituyente y Democracia
El Presidente Donald Trump desde las Naciones Unidas ha reiterado su llamado a endurecer las presiones contra Venezuela para lograr la «plena restauración» de la democracia en nuestro país. Para el establisment estadounidense, la elección de una Asamblea Nacional Constituyente ha sido «un salto a la dictadura», en lugar de un ejercicio pleno y puro de democracia en nuestro país, al igual que para su comparsa de presidentes de derecha en América Latina, «perros simpáticos echados» que mueven la colita frente a los mandatos del decadente imperio, solo para salvaguardar los intereses de las burguesías suramericanas, que se han mantenido en el poder por décadas, debido al apoyo de los EE.UU. y sus mecanismos de inteligencia, especialmente, la oligarquía colombiana.
Por que les ha dolido la elección de la Asamblea Constituyente en Venezuela, pues lo consideran una incitación a la rebelión popular en cada uno de sus países, de parte de las masas populares oprimidas, en contra de las oligarquías que los gobiernan. Estas oligarquías, mediante la manipulación de la educación pública, el uso de los medios de comunicación e información, el asesinato selectivo de líderes populares, derrocamientos de gobiernos de corte popular o nacionalista, la corrupción de figuras políticas y otra variada lista de tácticas, han logrado sostener el poder durante décadas en la región suramericana, a fin de preservar sus intereses.
Los Estados Unidos no es la excepción. La creación y utilización de una larga lista de organismos de «inteligencia», mas allá de atender las diferentes fachadas internacionales, tiene por objeto, desarrollar planes para alienar su población, que intenta sobrevivir a diario al capitalismo salvaje de corte neoliberal, que viene enfatizándose en los EE.UU. desde la década de los 80’s del pasado siglo y que sus élites (establisment) impulsan frecuentemente, añorando los tiempos del inicio de la acumulación de sus grandes fortunas, desde el siglo XIX, en épocas del liberalismo.
La verdadera situación de la economía estadounidense
Los Estados Unidos de América está dejando de ser la primera economía del mundo. Un rival inesperado en la década de los 90s del siglo XX, le está «roncando en la cueva». El crecimiento experimentado por la República Popular China en la última década y un poco más, es impresionante, al extremo de que revistas como «The Economist» ha publicado recientemente, la economía china es la primera economía del mundo, al valuar si Producto Interno Bruto (PIB) en poder adquisitivo (PPP), pero también, estiman que para 2018, la economía china habrá alcanzado a la economía estadounidense, valuando su PIB en paridad de sus monedas.
Por otra parte, los Estados Unidos poseen una Deuda Externa que supera los 20.1 billones (millones de millones) de dólares estadounidenses, lo cual, muchos analistas económicos internacionales consideran una deuda impagable. Los países que poseen la mayor cantidad de activos financieros de los EE:UU., son China y Japón, superando los 2.1 billones de dólares en su poder.
Para complemento, las posibilidades de la economía estadounidense en recuperarse, están directamente ligadas entre otros a dos elementos: el sostenimiento del dólar como la principal moneda de reserva mundial y el retorno de sus capacidades productivas a territorio estadounidense, para lo cual, requiere de materias primas, cercanas a su territorio. Sin estos factores a su favor, Donald Trump, no podrá llevar adelante su principal slogan de campaña, «make America great again», es decir, hacer a los EE.UU. grande de nuevo.
Monedas y petróleo, que rol juegan
En un hecho histórico, la República Popular China ha anunciado recientemente, la venta de petróleo en yuanes en sus «mercados de futuro», en la Bolsa de Shangai. De la misma forma, el Gobierno de la Federación Rusa (el mayor productor del mundo en estos momentos), ha anunciado la venta de su petróleo en rublos, operaciones que se desarrollarán desde la Bolsa de San Petersburgo (SPIMEX).
Desde la década de los 70s del pasado siglo, EE.UU. abandonó el Patrón Oro, declarando su entonces Presidente Richard Nixon, que el dólar estaría soportado por el empuje de su economía. En la práctica, esa moneda ha estado soportada por el comercio mundial de petróleo en esa moneda, lo cual, es condición sine qua non para EE.UU. y sus intereses geoeconómicos.
Cualquier intento de cambiar esta situación, es decir, cualquier intento mundial por buscar versiones alternativas al dólar en el comercio mundial del petróleo y mas allá, ha sido visto por la élite estadounidense como un problema de «Seguridad de Estado» y como un ataque a su hegemonía planetaria. Muestra de esto lo tenemos en diversos incidentes que le costaron, o la presidencia o la vida, a aquellos mandatarios que osaron plantear alternativas al respecto.
Se ha dicho que en la salida del poder del Presidente Charles de Gaulle (Francia 1958-1969), influyó su intento de que la moneda francesa – el franco francés – dependiera directamente del Patrón Oro y no del dólar estadounidense.
El derrocamiento del dictador iraquí, Saddam Hussein (Irak 1979 – 2003), estuvo directamente relacionado con la oferta hecha por ese mandatario a varios países de Europa, de cancelar el petróleo iraquí en Euros, dado que para ese momento, los EE.UU. ya no era aliado de su régimen. Irak fue objeto de dos guerras, llamadas las «Guerras del Golfo» (1990-1991, 2003-2011) y Saddam Husein, murió ahorcado.
Similar situación sucedió con Muhamar Al Gadafi (Libia 1969 – 2011), quien luego de proponer el «Dinar Oro» como moneda africana para vender las materias primas de esa región y particularmente el petróleo en esa moneda. Su país fue destruido por las fuerzas de la OTAN e invadido por mercenarios, quienes le dieron muerte.
Para los EE.UU. de América y para los intereses de sus élites, el sostenimiento del dólar como primera moneda del intercambio y reserva mundial, es un problema de Seguridad Nacional, lo que justifica cualquier acción al respecto, desde acciones financieras hasta la guerra.
Las sanciones de EE.UU. en contra de Venezuela
El 8 de marzo de 2015, la Administración Obama de los EE.UU. emitió una Orden Ejecutiva (decreto) donde indicaba que la República Bolivariana de Venezuela (RBV) «constituye una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos». A partir de allí, las agresiones abiertas de ese país en contra de la RBV no cesan en forma abierta. Sanciones contra funcionarios venezolanos de alto nivel como el Presidente y Vice-Presidente de Venezuela se han hecho manifiestas, concluyendo para los momentos, con la Orden Ejecutiva emitida por el Presidente Donald Trump el 25 de Agosto del Corriente, donde en la práctica, ejecuta un bloqueo financiero en contra del Estado Venezolano, no solo a PDVSA, en la esfera del dólar estadounidense.
A raíz de la última sanción, Venezuela ha ofertado su petróleo en una «cesta de monedas» que incluye el yuan chino, el rublo ruso, la rupia de la india, y sigue vendiendo a los EE.UU., el petróleo venezolano en dólares, pese al impacto de las sanciones. En el estado en que se encuentra la economía estadounidense en este momento, una acción como esta no es aceptable por el establisment de esa nación y mucho menos en estos momentos. Con las sanciones (agresiones financieras) tomadas recientemente, la Administración Trump esperaba que el Gobierno venezolano dimitiera y diera paso a la oposición, nunca esperaron esa respuesta, de allí que la campaña intimidatoria continúa, desde el discurso del mismo Presidente Trump en la ONU, hasta las declaraciones de su representante ante ese organismo Nikki Haley.
Colombia y los aliados regionales de EE.UU
A todo lo anterior, debemos sumarle los intentos de Luis Almagro en la OEA, para intervenir a Venezuela, lo que ha contado con el respaldo de varios corruptos presidentes suramericanos, «perros simpáticos echados en la alfombra» entre los que figuran Michel Temer (Brasil), Mauricio Macri (Argentina) y Pedro Pablo Kuczynski (Perú) y Juan Manuel Santos (Colombia).
Juan Manuel Santos, emblemático presidente de Colombia, proveniente de una oligarquía que ha masacrado por miles a su propio pueblo para mantenerse en el poder durante 200 años, constituye actualmente, el más enconado enemigo del proceso Bolivariano de Venezuela. Primero, por el «mal ejemplo» que este representa para que la oligarquía colombiana pueda retener el poder en su país. Segundo, porque esa oligarquía y sus aliados, han diseñado y aplicado una operación monetaria y financiera, para absorber la producción venezolana, en aras de satisfacer la demanda de diversos productos en los departamentos limítrofes con Venezuela, sin pagar prácticamente por ello.
El contrabando de extracción de combustibles, de productos de primera necesidad y otros, se monta sobre un proceso de devaluación de la moneda venezolana, impulsado desde Colombia, en el que se encuentran involucrados, desde factores ligados al narcotráfico, hasta diferentes sectores de la oligarquía colombiana, presentes en el gobierno del vecino país.
Para muestra un botón; Colombia posee menos de seis años de reservas de crudo, lo cual, palidece ante las inmensas reservas que posee Venezuela en todo el territorio nacional, desde el Zulia hasta la Faja Petrolífera del Orinoco «Hugo Chávez Frías». Su capacidad de refinación es exigua y de allí, toda la operación desarrollada para llevarse la gasolina desde Venezuela, parte de la cual, termina siendo mercadeada por empresas colombianas en Centro América.
De allí el interés de Santos y esa oligarquía, de apoderarse de parte del territorio nacional, para hacerse de buena parte de las reservas de hidrocarburos y otras importantes materias primas venezolanas, para su beneficio. En un mundo cuyo centro de gravedad geoeconómica y geopolítica gira hacia el Océano Pacífico, la oligarquía colombiana, ahora más que nunca, le interesa hacerse con parte de nuestras reservas de hidrocarburos y otras materias primas y si para ello, sus paramilitares o tal vez, sus propios militares (no sabemos aún), deben eliminar al Presidente Nicolás Maduro Moros para lograr el objetivo planteado, tenga usted por seguro, mi estimado lector, que lo intentarán.
Conclusión
Pese a la ayuda pagada de personeros como la dirigencia opositora que hace vida en la MUD, las operaciones Freedom 1 y 2 del Comando Sur, los bloqueos financieros velados y ahora abiertos, de operaciones de adquisición de alimentos y medicinas del Gobierno Venezolano en los mercados mundiales, la insolente e incesante campaña mediática, local e internacional, en contra de nuestro país y la incapacidad de un Estado con una horrenda burocracia e ineficiencia, y en adición, las amenazas explícitas hechas por el actual presidente de los EE.UU, el magnate Donald Trump… Pese a todo esto y mucho más, el Gobierno del Presidente Nicolás Maduro NO HA CAÍDO, haciendo valer el significado del tema que tanto le gusta al Sr. Presidente Maduro, ¡Indestructible!
De allí que, lo dicho por el Presidente Maduro sobre su riesgo de vida, no es «gamelote», no es una banalidad, ni mucho menos una exageración o mentira. Todo esto cabe en los escenarios posibles previstos en el marco de la «Guerra No Convencional», que Venezuela ha vivido y vive en estos momentos, misma que puede llegar a ser una «Guerra Convencional», Dios no lo quiera.
¡Viviremos y Venceremos!