Jesús Faría
La reciente arremetida del imperialismo contra Venezuela, expresada en brutales sanciones que causan estragos en la población, no hacen más que unir a las fuerzas chavistas en torno a la defensa de la patria y, asimismo, plantea la imperiosa necesidad de su defensa a través de la más amplia y activa unidad nacional.
Las experiencias históricas más notables, donde se ha puesto en peligro la vida de la patria en muchos países, los pueblos se han unido más allá de las diferencias políticas, ideológicas, raciales y religiosas para preservar el principal patrimonio de la nación.
Así fue en la gloriosa Vietnam derrotando a tres imperios, incluyendo al yanqui; en la Rusia Bolchevique que venció la intervención de 14 naciones imperiales en la génesis de la revolución rusa y luego en la Gran Guerra Patria con un sacrificio gigantesco para derrotar a la bestia nazi; así ha sido en la heroica Cuba socialista, resistiendo el criminal embargo yanqui; así es actualmente en Irán, que enfrenta la furia gringa; así también ha sido en la defensa de las naciones frente a las invasiones yanquis y frente a las dictaduras militares impuestas por la Casa Blanca a largo de todo el planeta.
Una primera conclusión consiste en que, frente a un imperio tan poderoso y criminal, la unidad nacional es una condición esencial para resistir y vencer.
En el caso nuestro, hay una amplia y creciente plataforma de lucha para hacerle frente a esa agresión, donde participa una poderosísima clase obrera, que no se doblega frente a los dramáticos embates de las sanciones y asume roles de vanguardia cada vez más sólidos. Asimismo, están las mujeres, principales receptoras de las agudas consecuencias de la guerra económica en términos de la carestía y la escasez. También está la juventud, con su ímpetu y audacia. En este contexto, los adultos mayores se han proyectado como uno de los sectores más leales de la revolución. En esta alianza no pueden faltar los militares, que se han convertido en el segmento más organizado de nuestras transformaciones revolucionarias y de enorme fuerza política para garantizar la soberanía y la paz. A estos y muchos otros sectores de la vida social, se unen los partidos políticos como el PSUV, vanguardia de la revolución, los partidos del GPP, sectores políticos opositores, individualidades. Todas estas fuerzas políticas y sociales se han unido y luchan bajo la bandera de la defensa de la patria. Ese frente de unidad patriótico hay que cultivarlo, consolidarlo y ampliarlo.
En esta batalla hay que atender especialmente a la lucha en contra de infamias y mentiras, que se tejen contra la revolución bolivariana con el apoyo vergonzoso de medios de comunicación. Se ha atacado al gobierno de nuestro país y acusado de dictadura, violador sistemático de los DD.HH., causante fundamental de una gravísima crisis económica, todo ello para justificar las sanciones de la manera más asquerosa y legitimar una intervención “humanitaria”.
Una Batalla de Ideas ajustada a nuestras realidades, siguiendo el ejemplo de Cuba, debe constituir una base esencial para desarrollar una gigantesca ofensiva política y popular, nacional e internacional.
Se trata de conquistar la consciencia de nuestro pueblo en términos de la verdad, de tal manera que les permita a millones de mujeres y hombres desarrollar la lucha por nuestra patria basados en sólidas convicciones. Son las ideas y las convicciones arraigadas en la consciencia social lo que les permite a los pueblos actuar con tal contundencia, que son capaces de derrotar a enemigos muy poderosos e implacables.
Una segunda conclusión expresa que buena parte de esta lucha por la unidad del pueblo se define en la lucha de ideas, en la lucha por conquistar la consciencia de los pueblos, y de ello dependerá en elevadísimo gradado la capacidad de vencer en la lucha antiimperialista.
La unidad nacional tiene que ser el fundamento para una gran ofensiva política-popular, con una elevada organización de nuestro pueblo, dotado de un programa de lucha amplio, sin sectarismos, con objetivos claros, que cautive a todos los sectores que participan en la lucha.
Esa lucha se tiene que desarrollar en el campo político, ideológico, comunicacional, internacional, militar y, principalmente, en el económico, el más afectado por la estrategia yanqui de derrotar a la Revolución Bolivariana.
En el campo económico se abre una batalla crucial. Elevar la producción petrolera, alimentos y medicamentos, potenciar los servicios básicos, relanzar las empresa básicas, luchar exitosamente contra la especulación…, son tareas de primer orden para satisfacer las necesidades básicas de la población y, con ello, desactivar la bomba de tiempo que ha puesto la Casa Blanca en muestras tierras con el claro y perverso propósito de implosionarnos.
Una tercera conclusión en estas reflexiones expresa que la ofensiva revolucionaria, además de contemplar el ámbito político, popular, militar…, debe estar subordinado a la necesidad de recuperar la economía, meta esta posible solo con la participación de todos los sectores de la sociedad.