Por Armando Carías
Tengo en mis manos la invitación que Yorlando Conde me ha hecho llegar: “En mis ochenta años, dice la tarjeta, quiero rendirle homenaje a los camaradas con quienes he compartido ideas, trabajo y lucha”.
El sarao, según se lee, será el domingo 29 de octubre a las dos de la tarde en la sala Ana Julia Rojas de la Universidad Nacional Experimental de las Artes.
A Yorlando lo conozco desde mis días en “El Chichón” y el más remoto recuerdo que guardo de él son las clases de voz y dicción que nos daba en los sótanos del Aula Magna, allá por los años setenta del siglo pasado, cuando con una pelota de ping pong impulsada por el aliento, intentábamos aumentar la capacidad de nuestra caja toráxica, para proyectar adecuadamente nuestros parlamentos.
Eran aquellos los tiempos en que dábamos nuestros primeros pasos en los andares del teatro y ya Yorlando tenía varias millas de recorrido por los caminos de la escena, de manera particular en los espacios callejeros, en donde se curtió con la esencia de la que sería y sigue siendo su línea y filosofía como creador: el teatro popular.
Heredero de primera línea de César Rengifo, de quien toma su voz libertaria y rebelde, Yorlando Conde fue, por la misma razón que lo fuera el autor de “Manuelote”, figura relegada por los factores de poder que durante la Cuarta República acaparaban titulares, viajes, premios, becas, prebendas y subsidios.
En más de una ocasión, siendo yo un bisoño principiante, me tocó verlo pelear en foros y asambleas en las que era temido por su verbo encendido y sus polémicas intervenciones, en las que siempre defendía la causa del teatro popular.
Hoy a la distancia, creo que mucho le debemos a este camarada quienes, tal vez tardíamente, hemos descubierto la maravilla de la escena callejera, del semáforo, de la cancha, de la esquina y de todos esos espacios alejados del oropel y cercanos al pueblo.
“Comunicalle”, el proyecto que venimos abrazando desde hace cuatro años gracias al decisivo apoyo del Ministerio del Poder Popular de la Comunicación y la Información, es también consecuencia del trabajo y la constancia de hombres como Yorlando Conde.
A él, como creador, camarada y amigo, en sus ochenta años le obsequiamos el eco de nuestras voces y de nuestros gestos, que son la continuidad de los suyos.
Por eso, este 29 de octubre, estaremos acompañándolo y reafirmándole el compromiso que nos lega con su obra y su ejemplo este muchachito de ochenta años.