El parpadeo es una acción que no registramos, pero que realizamos todo el tiempo. ¿Con qué situaciones tiene que ver la frecuencia de este acto? ¿Es un reflejo de lo que ocurre en el cerebro?
Los expertos señalan que parpadeamos unas 15 mil veces al día y cada desplazamiento dura en promedio unas 3 décimas de segundo, porque nuestros ojos necesitan estar siempre húmedos y limpios, y los párpados actúan como un limpiaparabrisas extendiendo la lágrima de forma homogénea por todo el ojo.
Es cierto, el titilar es necesario para limpiar y lubricar el ojo, pero hay más ciencia escondida en este abrir y cerrar. Una observación de lo más interesante es que la frecuencia del movimiento tiene que ver con lo concentrados que estemos: los pilotos de aviación o de autos parpadean menos cuando están en situaciones que requieren mucha atención, e incluso todos reducimos esta costumbre si estamos leyendo o haciendo cálculos aritméticos. ¿Y saben lo que todos ustedes acaban de hacer?, parpadearon al llegar al punto de la oración anterior, como si el cierre acompañara la pausa de la actividad mental. Así, esta variación parece estar reflejando lo que pasa dentro de nuestro cerebro con la información que le llega.
Pero, ¿por qué no nos damos cuenta de esta oscuridad repentina? Parece ser que durante el guiño se apagan las áreas visuales del sistema nervioso, en cierta forma el cerebro nos roba ese momentito en el que los ojos se están moviendo de un lado a otro, y por eso todos los reflejos hacen pensar que lo de afuera será percibido tan fácilmente.
Patricia Abreu Guillén