Tinta cruda
Iván Duque, mandatario colombiano, fracasado, saliente y con popularidad bajo tierra, entregó a su homólogo paraguayo la presidencia pro tempore de Prosur. Eso si, virtualmente, porque Mario Abdo Benítez, quien también está a meses de dejar el cargo y también con alto rechazo entre sus paisanos, prefirió quedarse en casa.
El pupilo de Álvaro Uribe había recibido el timón del barco en tierra que en realidad se convirtió Prosur de las manos de Sebastián Piñera, presidente chileno fallido como los antes nombrados, quien al igual que estos, se despide de La Moneda con un grado de aceptación popular no menos precario.
Consulto el sitio en Internet de Petrosur y la sonrisa de hombre tramposo y falso de Duque lo dice todo: tal iniciativa surgida en 2019 no ha sido más que una estafa, un fiasco, un vacuo invento del mercadeo de la derecha político empresarial suramericana, en su empeño por borrar de la historia las iniciativas de integración regional impulsadas en su momento por el presidente Hugo Chávez: ALBA, UNASUR, CELAC, Petrocaribe…
El refrán que advierte que “Dios los cría y ellos se juntan” se materializó perfectamente entre quienes creyeron en lo acertado de tal invento promovido desde la Casa Blanca. En ese hoyo oscuro y sin fondo que es Petrosur terminó embaucado y embarcado ese segmento de la población nacional y regional que también creyó en:
* la Coordinadora Democrática y la Mesa de la Unidad Democrática;
* la Salida de María Corina y Leopoldo;
* la permanencia, coherencia y solidez del Grupo de Lima;
* la presidencia narniana y capacidad intelectual de Juan Guaidó;
* las prácticas democráticas del fugaz gobierno de la boliviana Jeannine Añez;
* la honestidad y pureza del secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro
* y hasta en las locuras negacionistas que, ante la aparición de la Covid-19, salieron de las bocazas de Donald Trump y Jair Bolsonaro.
Petrosur se fijó el objetivo de “promover, renovar y fortalecer la integración de todos los países de América del Sur para contribuir a su crecimiento, progreso y desarrollo”. ¿Alguien ha notado si avanzó en el logro de alcanzar algunas de estas metas? Pareciera que no.
El cambio de testigo de Colombia a Paraguay pasó por debajo de la mesa. Fue tan poco importante que ni siquiera fue reseñado (y resaltado) por Globovisión, canal que cada vez que se presenta la oportunidad intenta lavar a la derecha regional.
Por: Alfredo Carquez Saavedra