Irán y Eurasia
La industria del entretenimiento, la industria cultural, nos muestra de tanto en tanto, libros que suelen ser muy vendidos, algunos alcanzan características de totémicos para un sector importante de la población. Los hay para la llamada “masa”, otros best sellers, así los llaman, van dirigidos hacia un público más “intelectualizado”, para quienes lideran opinión o deben defender intereses. Entre ellos vimos, en la última década del siglo 20, El Fin de la Historia, del escritor de origen japonés, Francis Fukuyama.
Claro, después Fukuyama debió decir que se había equivocado en su pronóstico de que con el advenimiento del neoliberalismo global, dominado por Estados Unidos, el mundo no tenía más alternativas. Hay factores que no pude ver, señaló.
Hay otros libros menos ruidosos, menos publicitados, pero que desde los factores de poder mantienen algo más de vigencia. Uno de ellos es “El gran tablero de ajedrez», de Zbigniew Brzezinski.
Dicho estudioso de la geopolítica mundial publicó ese trabajo finalizando el siglo pasado, y sostenía que en Eurasia se definiría el futuro del poder global. Alertaba a Washington que no debería permitir el surgimiento de ninguna potencia que amenazará su dominio en el área. De ser así, advertía, corría riesgo su rol de superpotencia hegemónica, sería el fin del unilateralismo.
Al momento que se publicó El Gran Tablero de Ajedrez, la República Popular de China no había logrado el espectacular desarrollo económico, tecnológico, científico, ni comercial que hoy ostenta. Rusia no había recuperado el poderío militar de la disuelta Unión Soviética, que hoy supera en muchos aspectos a Estados Unidos, ni tenía la influencia política ni diplomática de hoy.
Por allí van los tiros, como se dice coloquialmente en Venezuela.
La región de Eurasia es clave por ser rica en recursos energéticos, por las rutas comerciales que representan. Porque, además, la agresiva política de sanciones contra países de la región que pretende imponer Washington llevó a países de esa zona a positivas alianzas, haciéndose palpable el temor expresado por Brzezinski.
En efecto, como recordamos siempre, la cercanía entre Rusia y China se incrementó. Un hecho fundamental es el imponente gasoducto Fuerza Siberiana, empezado a trabajar a partir del 2014, y que inaugurado cinco años después, le garantiza a través de 3 mil kilómetros de ductos, 38 000 millones de metros cúbicos de gas anuales a China, por un mínimo de 40 años.
Ese acuerdo no solo se circunscribe al ámbito energético. Ambos países son miembros del BRICS, suelen tener posiciones conjuntas para enfrentar el unilateralismo de Washington, trabajan por vías alternas a la hegemonía del dólar, y en el caso de Venezuela, se han opuesto a las agresiones norteamericanas. De hecho, han manifestado fuerte y claro que el país caribeño es un aliado importante para ambos, frenando arrestos agresivos de la administración Trump.
Hay otro país que va asumiendo un rol de liderazgo en esa zona: Irán que, desafiando la arbitrariedad y prepotencia de Washington, apoyó a Venezuela con gasolina y otros productos.
El país persa y China han suscrito un acuerdo integral bastante interesante y de gran trascendencia regional y, en el futuro, global.
Según The New York Times, el acuerdo proveerá de muchísimo dinero a Teherán, el mismo que permitirá al gobierno islámico modernizar su infraestructura vial, industria energética, fortalecer su fuerza militar. China, por su parte, garantiza 25 años de petróleo.
Robustece, además, el gran proyecto chino de la Nueva Ruta de la Seda, con una amplia integración de Eurasia, ya que se incrementará la cooperación en todo lo que es ampliación de carreteras, sistemas ferroviarios, portuarios, en la industria, comercio y servicios.
Conforme vienen haciendo ambos países, usarán monedas o sistemas de pagos, quizá criptomonedas, que eviten el uso del dólar.
Pero volviendo a la dimensión geopolítica, debemos decir que el acuerdo entre ambos contempla la construcción de un ferrocarril de 900 kilómetros que conectará Teherán y Mashhad, la segunda ciudad en importancia del país persa, cercana a las fronteras con Afganistán y Turkmenistán.
No solo eso, Mashhad en el norte de Irán, es cercana a la localidad china de Urumqui, capital de la Región Autónoma de Xinjiang. Lleva conexión con Turkmenistán, Uzbekistán, Kazajistán y Kirguistán. Hablamos del corazón de Eurasia, circundante con Afganistán y Pakistán.
Hay allí una extensión de 2.500 kilómetros que a lo largo de la historia han jugado y juegan un rol trascendental.
En ese contexto, Irán se fortalece. No solo por sus alianzas con China, Rusia, por su proyección global al desafiar con éxito a Estados Unidos.
Reiteramos, crece su liderazgo regional. Eso se consolidó cuando hace una semana Irán firma un acuerdo militar con Siria, en momentos que el país árabe es asediado por Israel y fuerzas pro occidentales.
Autoridades de ambos países han señalado que la alianza incorpora aspectos estratégicos, vinculados al presente y futuro de la región.
Respecto a nuestro hemisferio, fortalece su alianza con Venezuela. Vínculos políticos, energéticos, y sobre todo en la construcción de un mundo multipolar, acercan a ambos países.
El Gran Tablero de Ajedrez se mueve, esta vez parece que hacia la multipolaridad.