La Conferencia internacional de Bogotá “ha vuelto a colocar a Venezuela en el centro de las preocupaciones mundiales”. Así el opositor, Gerardo Blyde, coordinador de la Plataforma Unitaria, comentó las palabras del canciller colombiano, Álvaro Leyva, respecto a una posible reanudación del diálogo entre el chavismo y la extrema derecha interna; que quedó interrumpido en México. “Preocupaciones”, intereses y apetitos destacados por los perfiles de los representantes de los 20 países presentes.
Muchos de estos son los mismos que financiaron la farsa del autoproclamado «presidente interino», Juan Guaidó, que ahora sale por la puerta trasera que abre directamente al basurero de la historia; a la que lo empujó su propio equipo, descorazonándolo, en enero de 2023. Una farsa, sin embargo, sostenida por el ala más extremista del imperialismo estadounidense, que tiene a sus bandos europeos dispuestos a ceder ante cualquier deseo, aun los más grotescos. En España e Italia, de hecho, las corrientes más sórdidas de la oposición golpista gozan de refugio y de una enorme caja mediática, disfrazándose en varias ocasiones de “pacíficos manifestantes” para robar recursos del pueblo venezolano.
En España también está la exdiputada, Dinorah Figuera, del partido Primero Justicia; autoproclamada al frente del ficticio «parlamento» de 2015, cuando la oposición resultó mayoritaria y decidió transformar uno de los cinco poderes del Estado en un garrote anticonstitucional. Un «parlamento» que los halcones estadounidenses y europeos hubieran querdo prolongar para siempre. De hecho, en enero de este año, el Departamento de Estado reconoció como “única institución democrática en Venezuela, a la Asamblea Nacional elegida en 2015”. En el reino de Narnia, los parlamentos se renuevan por voluntad de quien dibuje la caricatura… El gobierno de Maduro, realmente elegido por el pueblo, en cambio «quedó como ilegítimo», y tiene que mostrar “avances significativos” en las negociaciones de México; enfocadas hacia las elecciones de 2024.
Eso sí, de enero a hoy ha corrido más agua debajo del puente: principalmente agua sucia de sangre, petróleo, y cañoneras; de la que se alimenta la guerra imperialista. En el puente, sin embargo, ha crecido aún más la estatura del legítimo presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y su equipo, quienes han sabido asegurar con firmeza los ineludibles pilares de la «diplomacia de paz»; porque donde gobierna el pueblo, las palabras y los conceptos tienen un sentido concreto.
Y así, en un comunicado de la Cancillería, Caracas declaró que son condiciones ineludibles: tanto la revocación de las ilegales medidas coercitivas unilaterales («que constituyen una agresión contra toda la población venezolana y entorpecen el desarrollo y la vida social y económica del país), y la devolución de los bienes robados al pueblo; como «la liberación inmediata del diplomático Alex Saab, injustamente detenido en Estados Unidos». Asimismo el comunicado dice que, el diálogo con la oposición también depende del respeto al acuerdo firmado en México, que dispuso la constitución de “un Fondo Social que, con la liberación de recursos del pueblo venezolano, prevea inversiones en los sectores de salud, educación, servicios públicos y mitigación de riesgos”.
«¿Elecciones libres? Sí, pero libres de «sanciones», dijo Maduro. Y el vicepresidente del Psuv, Diosdado Cabello, en su programa “Con el Mazo dando”, rechazó las declaraciones que llegaron desde Colombia, tras la reunión entre Petro y Biden. Cabello descartó que se pudiera fijar la fecha de las elecciones y quiten las «sanciones» solo unos meses antes; debe haber un proceso inverso. Y, en eso, hay confrontación y manipulación. En el contexto del conflicto en Ucrania, hay “preocupaciones”, intereses y apetitos. Europa, atrapada en la política suicida de sanciones a Rusia, impuesta por EE. UU., necesita productos agrícolas y materias primas.
El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell, anunció que la Conferencia de Bogotá podría dar lugar a un proyecto para extraer gas venezolano, licuarlo en Trinidad y Tobago y enviarlo a países europeos. Por eso, dijo que la UE estaría dispuesta a suspender las «sanciones» a Venezuela, que ─en el lenguaje hipócrita de la vieja Europa─ estarían dirigidas «sólo» a los funcionarios y no a los bienes económicos.
Borrell, que saludó la conferencia como una novedad porque «el tema de Venezuela se está tratando a nivel regional, mientras que el Grupo de Contacto de Bruselas entre Europa y América Latina fue una iniciativa europea»; se está aprovechando de sus aliados latinoamericanos para obligar al gobierno bolivariano a «reingresar a las instituciones latinoamericanas» bajo condiciones impuestas por el patrón estadounidense. Por ello, de cara a las próximas elecciones presidenciales, la misión de observación electoral de la UE pide que el “sistema electoral venezolano pase por una serie de reformas basadas en 21 puntos a negociar con la oposición”.
Condiciones que, según Borrell, permitirían liberar los recursos que Venezuela necesita «para hacer frente a una situación social grave». La UE, que niega las políticas migratorias de acogida en su casa, es una gran promotora del apoyo a los “migrantes venezolanos”. En Bogotá, Borrell anunció una nueva asignación de unos diez millones de euros, que se suman a los 58 millones ya asignados desde 2015. La UE también propuso a Colombia una actualización del acuerdo comercial sobre agricultura, de cara a la cumbre UE-Celac, que se celebrará en julio en Bruselas.
Venezuela está “en el centro de las preocupaciones mundiales” porque es un punto central ─económica, geopolítica y simbólicamente─ en la construcción de un mundo multicéntrico y multipolar. Una vanguardia también en esta nueva ola progresista, menos radical, que todavía ve moverse a algunos jugadores, como Lula, Petro o AMLO, en escenarios internacionales más amplios.
«Sólo aquellos que se mantienen al margen de la guerra pueden detenerla», dijo Lula, quien en nombre del continente participa en una misión de paz sobre el conflicto en Ucrania. Aun más pueden hacer aquellos que, como Venezuela, renovando la lección de Gramsci, junto con el pueblo han aprendido el equilibrio entre “la guerra de posición y la guerra de movimiento”.